Eran cinco y se hicieron fuertes en la mesa alta del fondo, bajo esa lámpara hecha a base de botellas que tanto gustó a Fernando. “No entenderé el arte moderno”. El sello arquitectónico de la casa lo firma Jean Nouvel. Ojo Fernando. Era viernes tarde y les habían hablado del piso inferior de la fábrica Moritz, donde la cervecera catalana –que ha cumplido los 160 años- juega en campo contrario con una propuesta de vinos. Hacía tiempo que no se veían. Lo habían dado todo en el Poblenou de los años 90 pero la edad no perdona y las obligaciones les habían separado. Ahora se veían cada tanto, cambiando el kalimotxo de entonces por copa de vino o cerveza artesana. Pasan los años…
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Dry Martini.- La vida en tres tragos
Es respeto y oda al servicio. Es liturgia, casi religiosa, veneración por un ritual que pocos han sabido preservar y cuidar. “Es un estilo de vida”, sentencian. Una manera de hacer que engancha, en la que nada es banal. Hablamos del bar Dry Martini, de su servicio, de la veneración histórica para con esa bebida de origen incierto, la que sólo elabora en barra el barman de mayor experiencia, la que te otorga un diploma tras su consumo, la que ostenta contador propio de unidades vendidas, la que dicen se debe beber en tres tragos. Sigue leyendo
Bodega Esplugas.- Historia de un periquito
Mi nombre es Pocholo (nombre real), soy un periquito y vivo en la Bodega Esplugas. Aquí he morado toda la vida, entre estas cuatro paredes de vivienda y bar que mis propietarios -y amigos- han regentado desde mucho antes que yo naciera. Cuando llegué, años ha, esto era una fiesta. Tenía más amigos pájaros, cantábamos y reímos con clientes que venían a por la comida, que echaban el orujo y que brindaban con cava. Las botas granaban vino y las despensas bailaban entre conocidos. Ahora, pese a que estéticamente elbar no ha cambiado mucho, ya no es lo mismo. Estoy pensando en retirarme. Mis amigos pájaros se han ido muriendo, la clientela ha bajado y hasta hay personas que ya no entran a por vino si no para hacerme fotos con teléfonos increíbles. Ya no reímos como antes. No abandonaré el bar, pues es mi casa, pero estos nuevos tiempos no van conmigo. Quizá llega ya la hora que la bodega, la vida laboral de María -la jefa-, y un servidor demos un paso al lado. Antes, lego mi historia.
La Volátil.- Keep calm and drink wine
Confortable, minimalista, con larga barra de leyendas en pared y sobre plato y copa. Cuidado en estética y propuesta, nos vestimos con gafas de pasta sin graduar, camisa a cuadros, pantalones de pitillo y Converse desgastadas para captar la esencia del nuevo bar de vinos de Muntaner y hablar de sulfitos, slow food, sostenibilidad y de Kelly Kapowsky. Es la paradoja de lo actual. La propuesta para todos que sólo los elegidos probarán. El teórico «para todos los públicos» provoca un efecto «boomerang» que indirectamente lo convierte en selectivo, en especial. Un bar con fondo, de estética femenina -o moderna, valorable- y cocina tranquila y pensada, para neófitos ya iniciados. Barbas al viento, que empiece la fiesta.
Davita Market.- Levántate y anda
La gastronomía no es sólo comida. Es cultura y diversión, sociabilidad entre semejantes que utilizan unas horas del día para que éste valga más la pena. Es jugar y sorprenderte aunque repitas ración y lugar, mesa y propuesta. Y no pasará en el nuevo restaurante -por categorizarlo- italiano del Eixample. De nombre largo e intuitivo (Davita Italian Gastro Market), propone que nos levantemos de la silla (todo un reto para esta ciudad) y vayamos a buscar la comida. No vendrá sola. Caminaremos entre puestos de mercado especializados en diferentes propuestas siempre italianas y veremos y escogeremos interactuando con el cocinero para volver después a la mesa y comparar elecciones. Una burrata para compartir de primero, unos taglioline para ti y una pizza diavolina para mí que habremos ido a buscar parejos, y una panacotta final entre proseccos y lambruscos de nombre exótico. Divirtámonos.

Jordi Hereu.- “Viviría allí donde hubiera una plaza, un mercado y un bar”
Alejado casi totalmente de la vida política, Jordi Hereu i Boher (Barcelona, 14 de junio de 1965) vuelve a vivir Barcelona como habitante. Durante cinco años (2006-2011), Hereu presidió el ayuntamiento de la capital y “se pateó” la ciudad, “que era lo que me gustaba verdaderamente del cargo”. Ahora lo vuelve a hacer “más libremente”, y en ella ve “una de las mejores ciudades del mundo, con sus barrios, sus plazas y sus mercados, una ciudad que sigue siendo ciudad”. “Y con sus bares”, admite, aunque reconoce ser bastante casero y poco amigo del alcohol. Da igual. Le hemos sacado de la oficina para que nos hablara de sus bares favoritos.

Jubany ya ejerce en Petit Comitè
Y el cambio culminó. Tras meses de obras, el Petit Comitè ha vuelto a abrir sus puertas en el Passatge de la Concepció para seguir siendo el referente de la cocina tradicional catalana en la ciudad. Sólo un cambio, y sustancial: su apellido. Petit Comitè, de Nandu Jubany. El chef del estrellado Can Jubany recibió a finales de 2012 el encargo del Grupo Majestic de sustituir a Fermí Puig a los mandos culinarios del buque hotelero (con la oferta de El Bar del Majestic) y ahora se ha asentado completamente -como si siempre hubiera estado, como si fuera su sitio- con la reinauguración de su restaurante gastronómico.
Con cambios decorativos, de tonos plácidos y con barra de bar a la entrada para el pre y el post, el Petit Comitè de Nandu Jubany empieza nueva etapa con la ilusión -como ha recordado hoy el propio chef- de seguir respetando el concepto inicial de cocina tradicional catalana que inició Puig. «Hubiera dejado la carta que tenía Fermí, que era perfecta, pero obviamente le he dado mi toque personal bajo esos epígrafes que han situado al local”. Es -traducimos- producto de la tierra con pocas licencias foráneas, de temporada y del huerto, de recetario antiguo, cocinado a fuego lento, sólo con la reinterpretación propia que se entiende a un cocinero con gracia y estrella.
Es, por ejemplo, coca con hígado de pato y manzana caramelizada (clásico de Can Jubany), ensalada de perdiz escabechada con escarola y granada, alcachofas y guisantes, pulpo a la brasa con patatas y pimienta roja, canelones de Fiesta Mayor con trufa, bacalao “a la llauna”, paletilla de cabrito con peras, oreja de cerdo confitada a la brasa sobre “trinxat” o fricandó de ternera con alcachofas fritas. La carta de vinos, coherentemente, sigue la línea del local, con un 80% de referencias catalanas.
Petit Comitè de Nandu Jubany
Dirección: Passatge de la Concepció, 13
Precio medio: 55€.
Horario: Todos los días, de 13.00h a 16.00h. y de 20.00h a 23.30h.
Teléfono: 93 550 06 20
Web: Petit Comitè
Localización

Nandu Jubany.- “Si tenía una estrella hace 15 años, ahora debería tener cuatro”
Con carpeta y boli en la mano, encuentro a Nandu Jubany (Monistrol de Calders, 1971) en el hall del Hotel Majestic. Me recibe y me invita a pasar al “bar” del hotel, la nueva apuesta de uno de los emblemas hoteleros de barcelona en lo que a restauración se refiere. Sobrio en estilo, como toca en el Majestic, se aleja del restaurante en la forma pero no en el fondo. Mientras nos sentamos recibe una llamada. Habla por teléfono y descifro cómo debe tener la agenda un chef con un pie cerca de Vic, donde regente desde hace años restaurante gastronómico y estrellado, y otro en Barcelona, donde acaba de inaugurar la sección gastronómica del hotel que nos aloja haciéndose cargo del bar y del renovado Petit Comité. Cuelga. Debe ir al Petit Comité. Ya. Abrigos al hombro, salimos a la calle para hablar “fent via” con el Paseo de Gracia como escenario. “Perdona por esto, no tengo tiempo”. Sin problemas jefe. Entendemos que para un hombre orquesta cualquier minuto es aprovechable. Sigue leyendo

Bodega 1900.- Jugar al 25%
Es carbón, son confitados, conservas, esencia. Es producto. Es hablar desde la experiencia de una bodega centenaria, frente a mejillones y quesos manchegos mientras el camarero sugiere jugar con la grasa del jamón en un Tartine ibérico. Es disfrutar sin mantel y también en barra y en color y en blanco y negro de verdades y sorpresas de bar. De tradición y modernidad; de respeto; de firma Adriá. Porque el pequeño de la saga, el de los postres de elBulli, el mentor de los recién estrellados Tickets y 41º, también sabe hablar de antaño. Sigue leyendo

La Taquería.- El mexicano de los mexicanos
No debe escribirse con “j”. Este es un restaurante mexicano, con “x”, como ellos lo escriben, por autenticidad y compromiso. Habrá restaurantes mejicanos en Barcelona, varios, que importan cultura y reinventan para que snobs capitalinos presuman de sitio y conocimientos superficiales. Aquí esto no importa. Huyen de apariencias y convenciones. En La Taquería sirven -como llaman- “gastronomía callejera mexicana” directamente importada del país de los Aztecas, y lo hacen sin adaptación alguna, como se serviría en cualquier puesto del DF. Son esencialmente tacos al pastor de trompo, de arrachera, alambres, gringas, guecas y quesos fundidos, nopalitos asados, jalapeños y, para beber, micheladas, chelas (como llaman a la cerveza) Modelo y tequila y mezcal, mucho tequila y mezcal. Probarás, vivirás y sabrás. La clientela te dirá que estás en el sitio correcto. Esto es México, cabrones. Sigue leyendo
DelaCrem.- Jugando a los helados
El secreto está en la masa, decían. Aplicable. El secreto, en este caso, está en la elección de los ingredientes y en su proporción adecuada. Una máquina bien elegida lo amalgama todo y las dotes creativas de propietario y ejecutoras de personal culminan las loas. Estamos en medio del Eixample, es verano, hace calor y dudamos entre el de higo o el de pistacho. El de infusión de tomillo lo dejamos para mañana. Estamos en DelaCrem, una heladería artesanal italiana, uno de los locales mejor valorados por la comunidad de Trip Advisor en Barcelona.
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Fermí Puig.- “La cocina catalana existe como concepto cultural, la española no”
Después de coincidir con Adriá en elBulli y aprender en varios restaurantes, Fermí Puig (Granollers, 13 de enero de 1959) llegó al hotel Majestic de Barcelona donde puso en marcha el Drolma. Desde el 1995 y hasta el año 2003, Puig ejerció de executive chef del hotel y chef del Drolma simultáneamente. En 2008, se puso al frente también del Petit Comité. Valorado por sus colegas como un pedagogo de la profesión, querido y estimado allende Cataluña, Puig abre ahora su propio restaurante, con su nombre, donde promete estar “cinco días a la semana”. Sensato y dicharachero, el chef nos atiende antes del servicio para hablar de cultura, historia y actualidad gastronómica reafirmando posturas con argumentos sólidos. Para escuchar. Benditas charlas.
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