Recuperamos y versionamos la canción de Sopa de Cabra para hablar de Xanc i Meli, un nuevo bar que dos jóvenes divertidos han abierto en el Putxet. Cocina de mercado, platillos y un recuerdo en forma de plato y espacio a su Cadaqués amado. Te la sabes. Canta con nosotros. Sigue leyendo
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El pintxo en cuarto plano. El Bar del Basko
Honesto, trabajador y vasco. Yoel Martín llegó hace seis años a Barcelona en busca de un sueño. De familia restauradora, de su Hondarribia natal (o es Irún, a ver si te aclaras, lagun) tuvo que volar para poderse dedicar a la hostelería por incoherente que parezca. “En casa no querían que siguiera el negocio. Salir era mi única opción”. Cogió su recién estrenado coche y con 24 años realizó un viaje que cambiaría su vida. Ahora, plasma saberes mundiales y raíces en El Bar del Basko, su refugio de La Barceloneta, un local pequeño que habla de su vida y voluntad: hacer pasar un rato divertido a la gente. Con cinco propuestas de geografía e historia que presenta en pizarra hablamos de un bar vasco sin pinchos aparentes, “porque no son pinchos, ser vasco es reconocer el producto de calidad”. Cinco presentaciones y cinco porqués. Sigue leyendo
Bistrot de Vins.- El «duro» adulto
Eran cinco y se hicieron fuertes en la mesa alta del fondo, bajo esa lámpara hecha a base de botellas que tanto gustó a Fernando. “No entenderé el arte moderno”. El sello arquitectónico de la casa lo firma Jean Nouvel. Ojo Fernando. Era viernes tarde y les habían hablado del piso inferior de la fábrica Moritz, donde la cervecera catalana –que ha cumplido los 160 años- juega en campo contrario con una propuesta de vinos. Hacía tiempo que no se veían. Lo habían dado todo en el Poblenou de los años 90 pero la edad no perdona y las obligaciones les habían separado. Ahora se veían cada tanto, cambiando el kalimotxo de entonces por copa de vino o cerveza artesana. Pasan los años…
La Mundana o lo ambiguo del lenguaje
Ser humano que privilegia el placer carnal o terrenal y todo aquello relacionado con las fiestas y la buena vida. Es una de las acepciones del término mundano, quizá la menos conocida, pero la que se entiende al tomar posición en esta taberna gastronómica del barrio de Sants. De padres cocineros y hermano de Santa Burg, nació en noviembre de 2015 como vermutería pero ha crecido como gastrobar por voluntad de creadores y petición de clientes. Sigue leyendo
Loa a la Puntualidad
Faltaban dos minutos para la hora de quedada y ella ya se había hecho fuerte en uno de los barriles que franquean la entrada de La Puntual. Esta bodega del Born lleva un año escaso abierta y había decidido conocerla. Ella y su grupo de salsa, con el que ha glorificado al lunes como día de asueto. Allí estaba, a las 19.58h, admirando el aspecto de bodega antigua que luce este bar de amor propio rodeado de externos, este hermano por parte de padre del mítico Xampanyet, este canto al buen producto que llevaba tiempo queriendo conocer.
La Fresca, la abuela y el guiri
La rutina era la habitual. A media tarde, Matilde quedaba con sus amigas y analizaban la vida. Llevaban haciéndolo 50 años. Hablaban de tiempos pasados, de los ’60, de los concurridos merenderos que los pescadores montaban cuando volvían del mar, de los Baños de San Miguel donde veían a barceloneses de bien jugando su ocio, de las comidas fastuosas que ocasionalmente disfrutaban en el antiguo Paseo Nacional, o de lo divertido que era acercarse a Las Ramblas para descubrir esa ciudad que el barrio poco intuía. Eran vecinas de la Barceloneta de toda la vida y la tarde del viernes era para ellas.
El Manolo.- Equilibrio entre siglos
«Hay que acabar con la etiqueta de los barrios y disfrutar de la ciudad. Todos los lugares de la ciudad son igual de dignos». Cambiamos la palabra «barrio» por «bar» y lo entendemos todo. Y sin cambiarla. Porque es una frase de Jose Maria Parrado, el hijo de Manolo, el que se crió entre las paredes de este bar, el que ahora se distingue entre los empresarios de la restauración en Barcelona al estar al frente de distinguidos locales como Cañete, La Dama o la terraza Fernández. Es la visión Manolo de las cosas. Indagamos en su local primigenio, el bar-restaurante, del que emana todo lo que conocemos ahora. El lugar para calentarse antes de ir a trabajar, el de comer entre agradables, el de comentar la jornada por la tarde o el de discutir de política entre callos y huevos estrellados por la noche. El que inició Manolo ahora hace 40 años en una esquina concurrida del barrio de la Verneda.
30 horas en plaza Osca
La vida en situaciones y escenarios. La vida en un barrio, en un polo de atracción ocioso e intergeneracional. La casuística de bares juega con nosotros y presenta en escasos metros cuadrados una oferta completa en la que vivir, en la que ver pasar y disfrutar de las horas extraescolares, en las que el placer cuenta el doble. Es la historia de Jordi, por ejemplo, en 30 horas, la que emana de una plaza en la que conviven 13 propuestas barísticas y 44 mesas de terraza, la que se articula con copa en mano y placer en la boca. Es su historia; podría ser la nuestra. De ruta por la plaza Osca de Barcelona.
El Guindilla.- Treinta y tantos
Es esa edad en la que al término «joven» le sueles acompañar el adverbio «siempre». Ya no eres púber, y comienzas a valorar cosas largamente inusitadas. Sigues queriendo la informalidad inherente de quien se asusta cuando le tratan de usted pero valoras y pagas un buen manjar en sitios en los que el tú mismo de los 90 no hubiera entrado. Esa edad en la que sigues bebiendo con amigos, hasta que llega la pareja y te recuerda que el hijo mutuo es cosa de dos. Sabes perfectamente lo que es un tartar, descartas locales por calidad y no por precio y dominas los palillos japoneses como una extensión de tus manos. Has madurado pero una parte de ti no ha cambiado, el alcohol esporádico (qué tiempos aquellos en los que nada afectaba) permanece indispensable y sigues sabiendo lo que es pasárselo bien entre gente y conversaciones de mote. Y es esa inevitable levedad del ser la que un local de La Barceloneta quiere postergar. Comerás calidad, pero tu canallismo estará a salvo. Local para los de treinta y tantos, los de treinta y pocos, los de treinta y muchos eternos. Para los jóvenes siempre.
Vermutería Lou.- Parada y fonda
Sin carta, con producto, sin florituras. Una vermutería, una bodega de madera y desorden controlado, una vitrina que habla sóla y un premio a la mejor tapa de Barcelona. Un bar con terraza y sin velas, un bar de tapas, platos y raciones que varían según mercado, donde echar la primera sólo, quedar con amigos o encontrarte al diputado David Fernández departiendo en castellano. Un local que extraña a comercios hermanos por la zona «para crear una ruta donde tomar vermut y comer sin pretexto», aduce su dueña. Lourdes Branco -portuguesa de nacimiento, barcelonesa de adopción- quería un bar y ha creado la entrada barística a Gracia desde el metro Joanic. Es la Vermuería Lou, parada y fonda.
Versalles.- Original es volver a los orígenes
El edificio donde se asienta no es de Gaudí. Por poco. Es de uno de sus mentores, Joan Torras i Guardiola, un vecino de San Andreu que construyó para el barrio el testigo de una vida. El Bar Versalles es casi centenario y, cómo seguro quiso su arquitecto, permanece en pie para saber a dónde vamos, para decir de dónde venimos. Son 98 años de vida de pueblo, de “cigalós” y sandwichs eternos más aún con su última reforma, que ha permitido sentir en boca y vista cómo debió ser aquella época en que la política se hacía en el bar, las mujeres no eran bienvenidas e igual servía un café para proletarios que para burgueses, vestidos todos como pensamos, como puedes imaginártelos hoy si cruzas el umbral de este bar de Gran de Sant Andreu. Es la vida de un pueblo en un bar, una vida que vuelve al origen. Sigue leyendo
No es ella, es Moraima
“… Cuando quiero vivir, digo Moraima… Cuando quiero soñar, digo Moraima… Cuando quiero morir, no digo nada. Y me mata el silencio, de no decir Moraima…”. El poeta gallego Celso Emilio Ferreiro lo plasmó sobre papel y una joven emprendedora catalana le ha dado volumen y cuerpo en un local desnudo del Raval, una galería de arte con bar incorporado. Es arte en todas sus acepciones, es gastronomía, son historias sobre lienzo blanco. Pinturas, audiovisuales, Bloody Marys, cocas y ensaladas de producto forman el atrezzo. “La vida es sueño”. Soñemos en Moraima. Sigue leyendo