Honesto, trabajador y vasco. Yoel Martín llegó hace seis años a Barcelona en busca de un sueño. De familia restauradora, de su Hondarribia natal (o es Irún, a ver si te aclaras, lagun) tuvo que volar para poderse dedicar a la hostelería por incoherente que parezca. “En casa no querían que siguiera el negocio. Salir era mi única opción”. Cogió su recién estrenado coche y con 24 años realizó un viaje que cambiaría su vida. Ahora, plasma saberes mundiales y raíces en El Bar del Basko, su refugio de La Barceloneta, un local pequeño que habla de su vida y voluntad: hacer pasar un rato divertido a la gente. Con cinco propuestas de geografía e historia que presenta en pizarra hablamos de un bar vasco sin pinchos aparentes, “porque no son pinchos, ser vasco es reconocer el producto de calidad”. Cinco presentaciones y cinco porqués. Sigue leyendo
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Dry Martini.- La vida en tres tragos
Es respeto y oda al servicio. Es liturgia, casi religiosa, veneración por un ritual que pocos han sabido preservar y cuidar. “Es un estilo de vida”, sentencian. Una manera de hacer que engancha, en la que nada es banal. Hablamos del bar Dry Martini, de su servicio, de la veneración histórica para con esa bebida de origen incierto, la que sólo elabora en barra el barman de mayor experiencia, la que te otorga un diploma tras su consumo, la que ostenta contador propio de unidades vendidas, la que dicen se debe beber en tres tragos. Sigue leyendo
30 horas en plaza Osca
La vida en situaciones y escenarios. La vida en un barrio, en un polo de atracción ocioso e intergeneracional. La casuística de bares juega con nosotros y presenta en escasos metros cuadrados una oferta completa en la que vivir, en la que ver pasar y disfrutar de las horas extraescolares, en las que el placer cuenta el doble. Es la historia de Jordi, por ejemplo, en 30 horas, la que emana de una plaza en la que conviven 13 propuestas barísticas y 44 mesas de terraza, la que se articula con copa en mano y placer en la boca. Es su historia; podría ser la nuestra. De ruta por la plaza Osca de Barcelona.
El Guindilla.- Treinta y tantos
Es esa edad en la que al término «joven» le sueles acompañar el adverbio «siempre». Ya no eres púber, y comienzas a valorar cosas largamente inusitadas. Sigues queriendo la informalidad inherente de quien se asusta cuando le tratan de usted pero valoras y pagas un buen manjar en sitios en los que el tú mismo de los 90 no hubiera entrado. Esa edad en la que sigues bebiendo con amigos, hasta que llega la pareja y te recuerda que el hijo mutuo es cosa de dos. Sabes perfectamente lo que es un tartar, descartas locales por calidad y no por precio y dominas los palillos japoneses como una extensión de tus manos. Has madurado pero una parte de ti no ha cambiado, el alcohol esporádico (qué tiempos aquellos en los que nada afectaba) permanece indispensable y sigues sabiendo lo que es pasárselo bien entre gente y conversaciones de mote. Y es esa inevitable levedad del ser la que un local de La Barceloneta quiere postergar. Comerás calidad, pero tu canallismo estará a salvo. Local para los de treinta y tantos, los de treinta y pocos, los de treinta y muchos eternos. Para los jóvenes siempre.
El mejor cocktail, en casa
Fuera por el impulso que les diera Ferran Adriá en 2007 al hablar de gintonics, por sus indiscutibles bondades gustativas o por diversas y divertidas curiosidades empresariales, los cocktails -con el gintonic como abanderado- han copado mercado entre los divertidos de la ciudad, y clubs y bares diferentes han incorporado cartas propias para el deleite de los apasionados del combinado, siendo costumbre de éstos acercarse allí para departir copa en mano. Pero los tiempos pasan y las costumbres evolucionan, y vivimos en Barcelona, y la comodidad empuja. Ante ello, los cocktails, en auge perpetuo, han hecho las maletas y se presentan ahora en tu casa para que los disfrutes sin inconveniencia alguna. Es el formato de cocktails a domicilio, similar en nombre a otros propuestas cómodas pero distinto en formato. La coctelería en casa. Sigue leyendo

La Terrassa de les Indianes.- Escribe tu historia
La idea es buena. La invitarás a visitar un museo, uno de los mejores y más pedagógicos de Barcelona, pero la sorprenderás minutos después Mojito en mano mientras saboreáis juntos uno de los atardeceres más bonitos de la ciudad. Habréis entrado a ese templo de sabiduría, pero cogeréis el ascensor para aparecer directamente en su terraza, un espacio nítido y de decoración cuidada, como de jardín chic, donde la lección -cultural o restauradora- se imparte desde cocina y barra. A los mandos, el Grupo Sagardi y Bacardí. Imposible defraudar. El éxito climático dependerá de ti. El marco es idóneo. Caballo ganador.
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«El Bar».- Benditas contradicciones
Barra a dos posturas sin excesivos taburetes, camareros atentos sin uniformes y carta continua para compartir sentado son algunas de las ambiguas credenciales del divertido espacio que Sergi Giménez -sumiller correcaminos con experiencia en Drolma, Àbac o El Colibrí- ha abierto al público recientemente en el corazón tranquilo del Eixample. No se engañen por el nombre, no es ni bar ni restaurante. Se encontrarán preceptos de ambos tipos y se olvidarán también algunas características reconocibles. Porque no todo está inventado y siempre es bienvenido el romper reglas, “El Bar” -así, entre comillas- propone en silencio y sentado. Dejemos que hable.
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Mercat Princesa.- Donde coinciden las divergencias
En pleno barrio de la Ribera, en la Barcelona más monumental, donde el collage de turistas y barceloneses divertidos se acentúa entre calles estrechas, un palacio del s. XIV de escaleras de piedra, ancianos arcos de punto redondo y lucernarios de otro tiempo ha logrado aglutinar placeres y presentar lo que se ha venido a llamar el primer showcooking multiestilo de Barcelona. No es un espectáculo teatral, aunque el marco lo tiene, es Mercat Princesa, un concepto de restauración moderna donde tú paseas cual mercado para adquirir y degustar posteriormente, y en el mismo espacio, delicatessen diferentes y ya elaboradas en formato tapa y a precio moderado. El placer de elegir. El placer de compartir.
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Merbeyé.- A mis pies mi ciudad
Son bares donde la ley del tabaco no debería existir. Lugares escogidos, templos del gintonic y del whisky sólo, donde los de siempre vuelven para no cambiar, para seguir con confidencias de luz tenue y barra de pub, junto a la princesa escogida de falda corta. Son coctelerías, por acotar un término, donde la luz del sol estorba (aunque no sea el caso) y es únicamente el reflejo de la luna el que te invita a probar el asiento de atrás… Sonará la frase, debe. Hablamos de un bar en particular, uno en el que situó sobre papel primero Sabino Méndez y sobre voz seguidamente un joven Loquillo una de las canciones de desamor más celebradas de la música patria. Hablamos de Cadillac Soliario, de la última rubia, de los recuerdos del Martini y de L.A., y del cigarro eterno. Estamos en el Tibidabo, junto al Merbeyé, a mis pies mi ciudad…
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Districte Born.- El brunch glocal
Somos de vermut, aunque hemos tomado Spritz; nos gustan las tabernas pero frecuentamos gastrobares, y el domingo pasado, sin ir más lejos, nos descubrimos a las 12 del mediodía saboreando platos cual inglés interesado. Gastronómicamente, de lo que se hace a esa hora se denomina brunch y no es más que el invento británico para perezosos y noctámbulos a los que los primeros rayos de sol de los días festivos no sientan bien. El nombre -y la lógica- proviene de la unión entre el desayuno (breakfast, en inglés) y la comida (lunch, en la lengua de Shakespeare), y consiste en un surtido de exquisiteces culinarias eminentemente foráneas provenientes tanto de lo que se come a primera hora (zumos, tostadas, bolleria..) como de platos más sólidos que relacionaríamos con el almuerzo (ensaladas, sandwiches, huevos, carne…) para esos días en los que la pereza vence al chef. Levantarte tarde y comer con hambre, contando con una larga tarde de siesta, pensamientos y charlas livianas para digerir.
Dirección: Princesa, 33
Precio medio: Mejillones en escabeche, 8; Nachos con guacamole, 5,50; toda clase de huevos, 10; degustación de croquetas, 6,5. Precio medio del brunch: 25€.
Imprescindible: Huevos Benedict y croquetas en la mesa y Cabernet en mano, practicar el inglés con el austríaco de al lado.
Horario: Abierto todos los días por las tarde-noche, de 19.30 en adelante. Sábado y domingo, abierto también a mediodía para el brunch, a partir de las 11.30h. Lunes cerrado.
Teléfono: 93 295 50 37
Web: Districte Born
Según Cultibar
No son pocos los restaurantes de Barcelona que se han apuntado a la moda en fin de semana pero nosotros, divertidos de cómo lo ajeno se une con lo nuestro a dos esquinas de casa, escogemos el que desde hace poco ha empezado a ofrecer Districte Born, un restaurante bonito en calle céntrica y divertida, marco ideal para comentar la jugada que quizá realizaste hace apenas seis horas en el local de al lado. De espacio diáfano y tonos contrastados, se estructura en mesas largas que pivotan sobre barra en medio, al más puro estilo gastrobar canalla. Las paredes cantan sobre pizarra y el ambiente invita a disfrutar sin prisas. Compartiendo mesa con extraños, que por azar de los platos se convertirán en conocidos, se nos presenta la carta de brunch bajo sugerencia alcohólica leve para tantear. Son las 11.30 de un domingo cualquiera y ha empezado la jornada de confesión.
Bloody Mary o Mimosa, o copa de vino a elegir entre amplia oferta de 2,8 a 4€. Empieza lo bueno. Calorías al margen, al brunch se viene a disfrutar y a recuperar, pudiendo empezar por una ensalada (de lechuga con queso de cabra y nueces caramelizadas o de tomate y ventresca de bonito) o un platillo de espárragos trigueros a la plancha por el qué dirán. Has entrado en materia. Has optado por descartar la parte de carta que viene de entrante (mejillones o berberechos) y el cuerpo te sigue el ritmo para redimirse de la noche de ayer. Los nachos con guacamole y el platillo de Ibéricos servirán para distraer el gusto de unos huevos Benedict bien servidos, la hamburguesa completa, la butifarra con secas o un tataki de atún que ya has maridado con vino blanco.
Son las 13.00h y paras el brunch para comentar con el vecino de tu izquierda el postre escogido. ¿Cheese cake o carquinyolis? ¿Qué hora es? ¿Dónde estoy? Perdido ya en el mapa geográfico gastronómico y temporal. Has empezado a las 11 y has priorizado la hamburguesa a la butifarra, has dudado entre tataki o coca de recapte y has acompañado una ensalada de tomate y parmesano con unos huevos con salmón. Bon appetit, cheers, bon profit; al final del ágape, quizá hayas cambiado hasta el lenguaje. Da igual, has disfrutado de una propuesta foránea bien integrada. La tarde por delante servirá de evaluación.
La experiencia Cultibar
Hay noches que deben permanecer en el recuerdo. Es por ello que decidimos revivirla con un brunch en Districte Born. Una vez bajadas las escaleras, algunos decidieron permanecer con las gafas de sol, un error que no les permitió gozar de la excelente combinación de sobriedad y modernidad en cuanto a diseño se refiere.
La mesa larga se convirtió en lugar ideal de confesiones y especialmente aclaraciones respecto a la noche anterior. Algunos hasta tuvieron tiempo de mejorar sus dotes de «speaking» con el grupo que presidía la acogedora mesa de la esquina. Los «personajes» creados durante la noche no tienen cabida en el brunch. Pureza, autenticidad sin escudos a la luz del día. Mirémonos a los ojos. Nosotros lo hicimos.
Todo es mejorable
Lleva apenas seis meses abierto y necesitará recorrido. Es un bar de hotel, del Ciutat de Barcelona del que ejerce de bajos y del que se aprovecha para ocupar la terraza situada en lo alto del mismo en los brunch de calor, un bar eminentemente destinado a extranjeros por filosofía pero que se defiende en carta ante lo propio con buenas y diversas especialidades autóctonas. El problema, el precio abierto de la propuesta. Tus ansias de probarlo todo pueden verse recortadas. Quizá deban; a veces es bueno pagar sólo por lo que consumes. A veces.
Localización
Bar Calders.- Legado involuntario de escritor
Neotaberna, bodega buscada, bar en mayúsculas. Café de padres, vino de interesantes, cóctel de excelsos, timbal de enamorados, bikini de grupos; vermouth por encima de todo. El Bar Calders rinde tributo a un catalán universal desde su óptica menos culta. O sí, porque esta bodega resume, aúna y actualiza los encantos taberneros de la Barcelona que vio crecer y disfrutar al Premio de Honor de las Letras Catalanas Pere Calders. Recordemos, aprendamos, disfrutemos. Sigue leyendo
Llamber.- La cena viene después
Cuando abran de nuevo esa joya de la arquitectura del hierro llamada Mercado del Born (dicen que a finales de 2013), el local también brillará al exterior. Internamente, lleva semanas haciéndolo. Llamber remodeló a finales de verano un antiguo almacén de frutas para convertirlo en un restaurante multifuncional y con gusto, para erigir un reducto astur en una ciudad que no había descubierto con fe los sabores reinventados de esa dispensa increíble que es la tierra de don Pelayo. Sigue leyendo