Bares-Tabernas, Sarriá-Sant Gervasi

Merbeyé.- A mis pies mi ciudad

Merbeyé.- sala de canalleo nocturnoSon bares donde la ley del tabaco no debería existir. Lugares escogidos, templos del gintonic y del whisky sólo, donde los de siempre vuelven para no cambiar, para seguir con confidencias de luz tenue y barra de pub, junto a la princesa escogida de falda corta. Son coctelerías, por acotar un término, donde la luz del sol estorba (aunque no sea el caso) y es únicamente el reflejo de la luna el que te invita a probar el asiento de atrás… Sonará la frase, debe. Hablamos de un bar en particular, uno en el que situó sobre papel primero Sabino Méndez y sobre voz seguidamente un joven Loquillo una de las canciones de desamor más celebradas de la música patria. Hablamos de Cadillac Soliario, de la última rubia, de los recuerdos del Martini y de L.A., y del cigarro eterno. Estamos en el Tibidabo, junto al Merbeyé, a mis pies mi ciudad…

Dirección: Pl. Doctor Andreu, 2
Precio medio: Cócteles y combinados (San Francisco, Margarita, Old Fashioned -con Bourbon y angostura- o invenciones de la jefa como el Made in Japan, con sake e imitando en estética a la bandera de Japón) entre 8 y 10€. Ensalada verde, 7,50€; ración de queso manchego, 3,50€.
Imprescindible: Whisky Sour en mano, averiguar por qué Marsical ladeó el espejo de la sala de la barra.
Horario: Con buen tiempo, de miércoles a domingo a partir de las 11.00h y hasta las 02.00. Los fines de semana el cierre se deja alargar.
Teléfono: 934 179 279
Web: Merbeyé

Según Cultibar

Barra para perderteTres décadas han pasado desde que entonces Loquillo y los Trogloditas, con su primer álbum, situara al Merbeyé, un local diferente inaugurado en 1977, en el mapa de los solitarios y atrevidos de copa en mano. Era un bar de copas, y lo sigue siendo -los cambios han sido pocos y acertados-, que dinamizaba la oferta de una por aquellos tiempos cambiante Barcelona, con muchas ganas de fiesta adulta. Aledaño al edificio del Funicular del Tibidabo, de acceso restringido en transporte público, el local gozaba y goza de una localización soñada, atrayendo entonces sólo a gente que sabía a dónde ir. A tomar cócteles, combinados y licores solos, a hablar en susurros con música baja, o en barra compartiendo charlas con confesor de coctelera.

Los años pasan y la ciudad evoluciona, así como su oferta nocturna, pero el Merbeyé sigue arropando con tonos burdeos y madera cuidada a esos mismos que crecieron y volvieron para no perder contacto con su rincón de secretos. Un rincón que vio cómo un joven Javier Mariscal diseñaba ventiladores, columnas y espejos (destacable el de la sala principal, cuya curvatura no refleja lo que no debe) y cómo el tiempo sumó visitas diurnas que no se esperaban. Así, al local de gente canalla -con bodega excavada en la roca y sala final de erotismo palpable- se le añadió una troupe diurna a caballo entre el tranvía azul (con parada delante del bar) y el Funicular que se adueñó de esa terraza delantera con capacidad y espacio suficiente para hablar y no interferir en vidas ajenas.

Su actual propietaria, la diseñadora Sonia Trabal, ha sabido ponderar importancias y potenciar fortalezas, y al Merbeyé de noche (con carta elegante de ginebras y whiskies Premium, además de una propia de cócteles) se le ha sumado un hermano modoso y diurno con hambre de raciones, ensaladas y pizzas, incluso de vermuths mañaneros. Un bar de sol cercano en pleno pulmón verde de Barcelona, éste, que además permite que el local de culto de los 80′ permanezca escondido y receptivo, preparado para atender a los que han atrapado luces de la ciudad.

La experiencia Cultibar

El Merbeyé ocupa el antiguo bar del funicularAutenticidad nocturna. El coche nos deja en la puerta y Joan nos recibe con la discreción adecuada. Maneras que reconfortan. Buscamos la tranquilidad que emana la montaña un domingo noche cualquiera para encarar con fuerza la semana. Un par de Gintonics en la terraza nocturna, sin ruidos pero con luna, y la vida se ve diferente. Relax y buena charla. Pocos sitios en Barcelona ofrecen tal situación.

Evitamos esa noche la sala para mayores, esa donde puede cerrarse un contrato o la cadena perpetua de tu vida amorosa. Merbeyé tiene el continente y parte del contenido. Lo que con él se haga depende de ti. La libertad de los 80′ seguiría viva aquí. Las reglas imperan en la sociedad del 2013. El lema, del mayo del 68, es aplicable al presente del bar: prohibido prohibir.

Todo es mejorable

Cerrada al público durante años, el local cuenta también con una terraza superior de vistas supremas. En ella, el aspecto de pub se substituye por el de chill out, con hamacas y maderas cuidadas. De momento, sólo se codicia para eventos de grupo. Que así sea. El Cadillac Solitario de Loquillo y Méndez no hubiera entrado aquí, no es su estética. Que sigan los mitos.

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Un comentario en “Merbeyé.- A mis pies mi ciudad

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