Para los felices, para los modernos, para los amantes del vino, para los que no dejan de aprender, para los gastrónomos más avezados, para las chicas, para los del bar de siempre. Para todos. Cal Marino recibe de pie, sobre barrica y sin wifi, utilizando a ratos el inglés para socializar y explicar, siempre la mano para estrechar a amigos, conocidos aquí y al jefe, un genio de las relaciones sociales. Un ex vendedor que puede hacer esperar a diez personas para explicar a otro como demandas porqué te ofrece una cerveza Lambic tras comentarle tu odio acérrimo a la bebida de cebada. Y la acabarás pidiendo convencido. Es el Celler de Cal Marino. Neobodega, taberna, bar en mayúsculas. Todos para uno. Sigue leyendo
