El edificio donde se asienta no es de Gaudí. Por poco. Es de uno de sus mentores, Joan Torras i Guardiola, un vecino de San Andreu que construyó para el barrio el testigo de una vida. El Bar Versalles es casi centenario y, cómo seguro quiso su arquitecto, permanece en pie para saber a dónde vamos, para decir de dónde venimos. Son 98 años de vida de pueblo, de “cigalós” y sandwichs eternos más aún con su última reforma, que ha permitido sentir en boca y vista cómo debió ser aquella época en que la política se hacía en el bar, las mujeres no eran bienvenidas e igual servía un café para proletarios que para burgueses, vestidos todos como pensamos, como puedes imaginártelos hoy si cruzas el umbral de este bar de Gran de Sant Andreu. Es la vida de un pueblo en un bar, una vida que vuelve al origen. Sigue leyendo
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Barcelona, ciudad gastronómica
Cosmopolita, abierta, integradora, moderna y con los pies en su tierra. Hablamos de la gastronomía de Barcelona, pero lo podríamos hacer de la propia ciudad.
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La Barreta.- La dictadura del mercado
No es un mercado legendario, ni tan famoso como otros en Gracia, pero hace que la vida en derredor siga su ritmo. “Casi ningún bar de la zona abre por las tardes. La calle sigue la pauta del mercado de la Estrella”. Lo dice Vane, una cocinera ex elBulli cansada de la alta cocina que regenta desde 2010 un pequeño bar a escasos metros del sol de calle. Es La Barreta, un bar de comidas, un bar donde el manido adjetivo “de comida de mercado” toma todo su sentido. Hace platos, sin menú ni carta. Adiós formalismos. Es la cocina de toda la vida. Sigue leyendo

La Cantina.- Donde Cobi se alimenta
Javier Mariscal erigió en uno de los múltiples complejos industriales que el Sant Martí histórico legó a la ciudad moderna un vivero de empresas acorde. Entre estudios de diseño, arquitectura o fotografía, ahora Palo Alto se esconde con jardines y tranquilidad, convertido en una especie de cueva donde sus trabajadores encuentran el punto de tranquilidad vetado extra muros, un espacio de creación en el que alimentan cuerpo y mente. De lo primero se encarga La Cantina, la vuelta de tuerca de un comedor de empresa, una nave sin letrero entre vegetación y huertos donde, por doce euros, y solo en horario de mediodía, las bulliciosas mentes de los clientes encuentran comprensión.
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Las Fernández.- De Ponferrada y ravaleras
Esta es la Barcelona que gusta. Donde vienen y se integran, donde sienten como propio, donde convergen intereses. Barrio prohibido durante años, odiado por unos, aclamado por otros, el Raval siempre ha estado ahí, para demostrar el peso social del, o de lo, recién llegado a la ciudad. El canallismo que emanaba a mitad del siglo pasado no ha sido borrado el paso de las Olimpiadas y, aún con hoteles y tiendas bien, sigue siendo ese barrio donde puede pasar de todo, como que tres amenas hermanas del lejano León, quizá nos maten ante este generalismo de capital de procedencia, reinen en un restaurante con sonrisa y hagan guiños gastronómicos sobre plato a sus vecinos pakistaníes. “Un barrio. Una manera de vivir”.
Dirección: Carretes, 11
Precio medio: 25€. Papas «don’t preach», 6,80; cecina de León 6,90S; croquetas, 6,50; setas en ensalada, 10,90; tataky de salmón, 12,80; Burguer Premium al cordero Hal.al 10,90; Sartenazo de las Fer, 12€.
Imprescindible: Sobre mesa alta, pedir cecina, croquetas y una copa de vino del Bierzo. Salir y hablar con el Raval.
Horario: De martes a domingo, de 20.00 a 02.00h.
Teléfono: 93 443 20 43
Web: Las Fernández
Según Cultibar
Las Fernández (Beatriz, Bibiana y Berta, las tres B) no es sólo un apellido o el nombre del bar. Las Fernández es una manera de integrarse en una ciudad y de aportar con alma. De rojo placentero, llevan diez años creando parroquia en el barrio desde un restaurante natural, donde ofrecen una cocina mediterránea y saludable, quizá castiza, siempre al día, con productos y platos de origen propio. Ellas son nacidas en Ponferrada, en el Bierzo, al oeste de León, cuna del botillo (que ofrecen por encargo, dada su complejidad) o de la mejor cecina, hogar de una gastronomía de marcado acento galeico dada su cercanía.
Fusión, adaptación, parroquia. Sin menú, tiran de una carta pensada siempre con sugerencias extras del día “para que nuestros queridos asiduos no se aburran”. Tienen mar y montaña, local y global, berciano y universal. De allí, pimientos asados del Bierzo con anchoas y parmesano, croquetas de cecina y pimiento caramelizado (una delicia especialidad de la casa), cecina de León o nido de pulpo a Feira. Ya del mundo, setas en ensalada al queso de Posada de Valdeón y nueces, ensalada de frutas de temporada con crema de yogur aromatizado o tataky de salmón con crema de remolacha y mozzarella fresca.
Como bonus track, el guiño al barrio y a sus habitantes: la Burguer Premium al cordero Hal.al, y la manera Fernández de entender un clásico: las papas «don’t preach», patatas al horno con aceite de rúcula y albahaca, “la brava del raval”. Para maridar, vino Mencía del Bierzo, cómo no. Gran tierra. Mejor adaptación.
Respiran humanismo y calidez en local, con larga barra para fieles adeptos, mesas altas para grupos y divertidos y media docena de mesas para degustar con calma esa selección de platos creados a pachas entre las bercianas y su cocinera local, de nombre Belén y gusto refinado. La calma en la degustación, aunque suficiente, es relativa, ya que sólo abren a partir de las 20.00h y en dos turnos de cena. “La gente lo sabe. No hay problemas. Y si alguien se queja de que el segundo turno es muy tarde, le recomiendo un par de sitios para tomar algo cerca de aquí», sonríe Berta. Eso es hacer barrio. El gintonic en barra final es obligado. Después, sales y redescubres el Raval, replanteándote prejuicios de adopción.
La experiencia Cultibar
El Raval nos recibe con la intriga y magia que le caracteriza. En la entrada, fumamos expectantes ante un viaje gastronómico con cabeza en Barcelona y corazón en León. Entre sonrisas cercanas, nos ofrecen un vino del Bierzo. Cualquier otra sugerencia en aquel lugar nos hubiera decepcionado profundamente.
Influenciados por la urbe en cuanto a decoración alternativa se refiere, el acento de Berta y su modus operandi nos confirman que los orígenes no se han perdido. La cocina se transforma en el mejor ejemplo de familiaridad cuando un comensal modifica el plato a su gusto entre unos fogones para todos los públicos. La jerarquía para ejercer este tipo de acciones se gana con el tiempo. Aquella noche empezamos a soñar con poder alcanzarla.
Localización

Bar Ángel.- Reciprocidad entre entendidos
Barra larga, dos toneles y escasas mesas en altillo visto. Ladrillo, madera, cocina diminuta y pizarra para cantar verdades. Credenciales exiguas y nada llamativas para esconder verdades como puños. La gastronomía de Barcelona no ha encontrado lugar mejor para cantar virtudes en estado puro, levemente tratadas y servidas sin necesidad de artificios. Producto y conocimiento en estética de toda la vida para interacción con conocimiento. La Coca-Cola y las modernidades se quedan a la entrada. Ni su nombre es pretencioso. Bienvenidos a la Barcelona gastronómica real.
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Fermí Puig.- “La cocina catalana existe como concepto cultural, la española no”
Después de coincidir con Adriá en elBulli y aprender en varios restaurantes, Fermí Puig (Granollers, 13 de enero de 1959) llegó al hotel Majestic de Barcelona donde puso en marcha el Drolma. Desde el 1995 y hasta el año 2003, Puig ejerció de executive chef del hotel y chef del Drolma simultáneamente. En 2008, se puso al frente también del Petit Comité. Valorado por sus colegas como un pedagogo de la profesión, querido y estimado allende Cataluña, Puig abre ahora su propio restaurante, con su nombre, donde promete estar “cinco días a la semana”. Sensato y dicharachero, el chef nos atiende antes del servicio para hablar de cultura, historia y actualidad gastronómica reafirmando posturas con argumentos sólidos. Para escuchar. Benditas charlas.
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«El Bar».- Benditas contradicciones
Barra a dos posturas sin excesivos taburetes, camareros atentos sin uniformes y carta continua para compartir sentado son algunas de las ambiguas credenciales del divertido espacio que Sergi Giménez -sumiller correcaminos con experiencia en Drolma, Àbac o El Colibrí- ha abierto al público recientemente en el corazón tranquilo del Eixample. No se engañen por el nombre, no es ni bar ni restaurante. Se encontrarán preceptos de ambos tipos y se olvidarán también algunas características reconocibles. Porque no todo está inventado y siempre es bienvenido el romper reglas, “El Bar” -así, entre comillas- propone en silencio y sentado. Dejemos que hable.
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El Bar del Teatreneu.- L’Escenari de tu vida
Es la historia de un vecino de Gracia, sus amigos y la colega de master de Londres. Se desarrolla en el mismo escenario, bajo las mismas condiciones gastronómicas pero con temáticas diversas, tantas como ofrece este bar a un teatro pegado, este bar intergeneracional y acogedor que sirve de telón de fondo para la obra que quieras. Tú escoges, eres el protagonista. El bar del Teatreneu, con todo su fondo artístico, hace de escenario.
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Carabassa.- La partita si gioca Domenica
Tentación gastronómica y social; costumbre transalpina muy amoldable; ilusión de domingo cualquiera. El aperitivo italiano aparece con fuerza en la ciudad y escogemos el más canalla, el que sacude en el día más santo. Carabassa, restaurante de sello napolitano entre joyas góticas, ofrece un surtido de delicatessen azzurras con tu bebida cuando nadie hace nada, demostrando que el carácter mediterráneo no es solo producto del marketing. Socializar con comida. Hablar con bebida. Jugar el domingo. Sigue leyendo
Raül Balam Ruscalleda, hijo de la chef más reconocida del mundo, Carme Ruscalleda, capitanea el restaurante gastronómico Moments, en el Hotel Mandarin Oriental de Barcelona, que acaba de conseguir su segunda Estrella Michelín. Esta reportaje se elaboró en noviembre, cuando los rumores sobre esa nueva Estrella ya eran fundados. Creativo pero con los pies en el suelo, Balam habló seguro y explicó sus anhelos por dirigir un pequeño hotel en su pueblo, para huir del estrés mediático y dedicarse solo a cocinar, lo que realmente ama. Sigue leyendo
Raül Balam.- Y el hijo se hizo mayor
El Hotel Murmuri de Barcelona, perteneciente a Majestic Hotel Group, tiene nuevo inquilino. Hace apenas unas semanas abrió las puertas elPassatge del Murmuri, su restaurante y bar, la última apuesta de la familia Soldevila que se desarrolla de la mano de Eduardo Puiggros y Carol Murtra en el meeting point gastronómico de la ciudad: el Passatge de la Concepció. Sigue leyendo