Ciutat Vella, Restaurantes

Bar Ángel.- Reciprocidad entre entendidos

Colores en el Bar AngelBarra larga, dos toneles y escasas mesas en altillo visto. Ladrillo, madera, cocina diminuta y pizarra para cantar verdades. Credenciales exiguas y nada llamativas para esconder verdades como puños. La gastronomía de Barcelona no ha encontrado lugar mejor para cantar virtudes en estado puro, levemente tratadas y servidas sin necesidad de artificios. Producto y conocimiento en estética de toda la vida para interacción con conocimiento. La Coca-Cola y las modernidades se quedan a la entrada. Ni su nombre es pretencioso. Bienvenidos a la Barcelona gastronómica real.

Dirección: Ocata, 2 bis
Precio medio: 20€. Garbanzos con morcilla patatera, 6,50; lomo de bacalao a la plancha, 8€; hamburguesa, 8€; huevos chafados, 6,50€; bouquet de verduras, 6,50€. Postres, 3,50€.
Imprescindible: Discutir las bondades del cerdo sobre tonel con tinto en mano. Soñar con una Barcelona sin freidoras.
Horario: De martes a sábado, de 13.30h a 16.00h y de 20.00 a 24.00h. ¡Lunes noche abierto!
Teléfono: 93 269 04 93. Mejor reservar.

Según Cultibar

La puerta es de otro tiempo. Los ventanales altos te dicen que el sitio tiene historia. Un valenciano de nombre Ángel inauguró este pretérita casa de comidas antes que la estación vecina centrara el devenir de la ciudad. Venían, pasaban, compraban el bocadillo y cogían el tren. La historia de la ciudad fue migrando a los viajeros hacia nuevas terminales, pero los aledaños de esa magnífica estructura de hierro siguieron con vida. Como este bar impertérrito, que sufrió cambios pero conservó el nombre. Respeto. También lo hizo su alma máter actual cuando tomó las riendas en 2011.

Tapas extraordinariasSanti Hoyos es uno de esos personajes que se necesitan en una ciudad gastronómica. Lleva años capitaneando el bar Mudanzas del Born, pero la curiosidad y rebeldía foodie le llevaron a ver la oportunidad en este rincón. “Hacemos gastronomía de Barcelona, a la plancha, cocida, como siempre. Es la forma que tenemos aquí de entender la cocina, recuperando esos platos de mar y producto que nos han dado identidad”. Detiene el discurso para saludar al que le trae los mejillones, aún vivos. Corroboran su calidad. Los enseña. Participa otra comensal de primera hora con vino y jamón en plato: “Las judías que te prometí, mañana”. Productos con denominación de origen, certificado. La interacción en este bar es perpetua.

Bacalao con garbanzos, vieiras con papada ibérica, conejo en escabeche, huevos chafados de mil maneras, ensaladas con vida de huerto controlado… “Platos que hemos interiorizado como nuestros, por historia, herencia y contacto cultural” integrados aquí en una carta cerrada, simple y equilibrada, de producto en mayúsculas, con un papel escrito a mano y unido por un clip que canta sugerencias. La pirámide alimentaria en el escaso metro cuadrado de esa cocina sin freidora. Voluntad y conocimiento. Verdura, pescado, garbanzos, judías, quesos y carne sólo de cerdo, al que Santi tutea y muestra desglosado y loado sobre pizarra en barra. “Es un material único, una línea genética antigua, que crece en libertad y sin piensos maliciosos”. Maldonado, para más señas. Ofrecido aquí sólo en versión picada y versión presa.

Nos deja con un platillo representativo para preparar al equipo, pequeño como el local, y aprovechamos para echar un vistazo entre lonchas. Ladrillo, madera, barra y contrabarra para entrar. Un par de toneles al final para comida de pie. Escalera para altillo con seis mesas desnudas. Sin añadidos, como su cocina. Sencillez de bar de toda la vida; degustación gastronómica de restaurante. Esencia eterna.

La experiencia Cultibar

Santi en acciónDe la tierra al cielo. Esa fue nuestra impresión al bajar las escaleras y adentrarnos en un pequeño paraíso gastronómico para uso y disfrute de ángeles selectos. Una estética rústica con personalidad marcada nos hizo comprender que aquello era una república independiente. Las caras de los comensales transmitían seguridad en lo que se estaba comiendo, confianza absoluta en una fórmula magistral.

Aprovechamos el acertado invento de la contrabarra para tomar posición, ya que las entradas de “sombra” estaban agotadas. El esfuerzo con la carta es absolutamente innecesario, la confianza era ciega. Observamos cómo Santi, en un brote de inspiración divina, reparte con orgullo cecina cortada a modo personal. Detalle hacia sus incondicionales, búsqueda de opiniones que valora, reciprocidad entre entendidos. Aquellos que ahora se encuentran delante de la barra pueden perfectamente estar detrás algún día, sino lo están ya.

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