Es la historia de un vecino de Gracia, sus amigos y la colega de master de Londres. Se desarrolla en el mismo escenario, bajo las mismas condiciones gastronómicas  pero con temáticas diversas, tantas como ofrece este bar a un teatro pegado, este bar intergeneracional y acogedor que sirve de telón de fondo para la obra que quieras. Tú escoges, eres el protagonista. El bar del Teatreneu, con todo su fondo artístico, hace de escenario.

Dirección: Terol, 26
Precio medio: Tostadas, crujientes, provolone, pastas, creps, ensaladas y tortillas. Todas las propuestas a 4,40€ el plato. Entre 5, 80 y 7,50 los combinados.
Imprescindible: Participar, hablar, tomar, vivir. Acabar pidiendo el chupito especial Raiki: un flambeado de receta secreta.
Horario: De lunes a jueves, de 19.00 a 01.30h; viernes, de 19.00 a 03.00h; sábado, de 17.00 a 03.00h., y domingo, de 16.30 a 00.00h.
Teléfono: 93 309 59 38, 637 22 31 90
Web: Bar L’Escenari del Teatreneu

Según Cultibar

La primera es obvia. Has quedado con ella para ir al teatro. La citas antes para tantear. Optas por la sala de abajo, la que acoge con un gran mural representando al público de un teatro mirando fijamente a escena. Formas parte de ella; es tu momento. Aseguras el tiro hojeando esa carta con forma de ticket. Son platos fáciles, reconocibles, rápidos, pensados también para compartir, platos bien presentados y con identidad. Son tostadas -bondadosas y crujientes con base de tomate y mozzarella-, sorprendentes provolones, contundentes tortillas, ensaladas pensadas, creps variopintas y hasta tres tipos de pasta (espaguetis, raviolis de carne y farfalles) que puedes salsear al gusto. Juegas. Una ensalada El Terrat (mezclum, setas, rulo de cabra y manzana) y dos creps Teatreneu (con pechuga de pollo, bacon y queso) en una de las esquinas de ese bar de enorme escenario. Intimidad y complicidad del camarero, que guiña el ojo e invita al chupito. Sorbo y al teatro. Bajaréis después para tomar la penúltima. Cuando salgas del bar, verás de reojo al público del mural aplaudiendo.

Segundo acto. Es sábado y quieres celebrarlo con los amigos. El reservado del Teatreneu es una buena opción para la multitud que congregas. Eres asiduo de L’Escenari (nombre real del bar) pero hoy quieres un poco más de intimidad. Tras el vino y la caña abajo, los subes en ascensor (señorazo eres) para descubrir qué esconde la puerta del fondo. El reservado, con perspectiva, alberga una larga mesa donde degustar en exclusiva uno de los dos menús que el bar guarda sin secreto. Por 15 o 18€, la despensa del Teatreneu se abre con pica pica y especialidades escogidas, de las que dais fe entre charlas livianas y música dedicada. Detienes esa canción que tanto gusta y reclamas atención. Pastel de dulce de leche para todos y copa de cava. Estamos embarazados. Las felicitaciones seguirán abajo entre cocktails, gintonics y mojitos (dicen que de los mejores de Gracia) para cerrar la noche del anuncio.

El colofón internacional. Os conocisteis en Londres y ahora es ella la que ha llegado a Barcelona. Lleva poco, y quiere conocer la vida en la ciudad, su ocio, su cultura, su gastronomía. Vas al espacio de Gracia que lo aúna todo. El Bar del Teatreneu es más que el bar de un teatro. Es un espacio de reunión, de intercambio de libros, un restaurante rápido de comida informal y el hogar predilecto de los generadores de actividades de interacción de la ciudad. Sarah lo debe conocer. Vais el miércoles, toca intercambio de idiomas. Es la planta de arriba, de misma extensión y propuesta que la de abajo, la que alberga estos divertimentos. Cenáis picoteando tortillas y tostadas mientras tu amiga conoce la ciudad y a sus homólogos bienvenidos. Habláis y reís San Francisco en mano. Quizá volváis el domingo para jugar al trivial, el lunes para seguir practicando idiomas en el Coach Surfing o el martes, día en que el Teatreneu pretende inaugurar su proyección de cortometrajes. Porque la vida en este bar teatral de Gracia se aprovecha. Se vive y se aprovecha.

La experiencia Cultibar

Nuestro querido vecino lo tenía crudo. Le conocíamos, y aunque a ella no personalmente, el histórico de «whats» desvelaba la triste realidad. Querer y dejarse querer, dos realidades en un mismo espacio. Crónica de una muerte anunciada. Pensaba que escoger el rincón de la biblioteca le otorgaría un aire intelectual. Error, su esencia residía en las mesas de fuera, paraíso del fumador a cubierto.

Reunión de amigos, sinónimo de roles preestablecidos. San benitos por doquier, historias que se repiten una y otra vez. Aquella noche tocaba de pie, un alivio para aquellos grupos con rencillas. La libertad de la movilidad contrastaba con la tensión de las noches sentados en las que tu destino depende de la silla que escoges. En fin, cosas del privado de la planta de arriba.

Aparecer la noche del intercambio de idiomas con Sarah me proporcionaba un áurea de respeto. Es en esas situaciones que rebosan ilusión por los cuatro costados cuando te das cuenta de lo bien que puedes vender tu cotidianidad. El Bar del Teatreneu, el“Neu”, era ideal. Elegante, cosmopolita, histórico y asequible. Un vino tinto en la amplia barra resultó perfecto como plato de bienvenida para inmiscuirnos después en la diversión interaccional. Nuestra particular obra había empezado. Aplausos.

Todo es mejorable

No tiene propuesta gastronómica ni se le espera. Es un bar que acoge, un restaurante simpático de comidas inteligibles y rápidas en el que el qué deja de ser primordial. Además, bueno o malo, es de los pocos bares de la zona que huye del fenómeno tapas. Acción.

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