Dos gildas, una ensaladilla y dos Moritz bien tiradas. Acabáis de salir de trabajar y queréis desconectar. La zona de Sant Antoni cada vez es más divertida, y habéis cogido la costumbre de tapear algo antes de cruzar el Paral.lel y acabar la noche en Poble Sec. Placeres diarios que compartís entre compañeros de trabajo y amigos, los mismos que te aconsejaron visitar un local emblema en Barcelona y que, desde hace poco, presenta nueva cara; la que buscas para esa caña tonta y bien tirada.
Dirección: Ronda Sant Pau, 5
Precio medio: Banderillas y conservas de barra, de 2 a 3,50€. Platos del día, desde 8€. Caña, 1,20€.
Imprescindible: Apoyado en barra, vermouth en mano, degustar sin prisa la anchoa joven. Pensar. Pedir la añeja. Acabar con vino.
Horario: De 11.30 a 00.30h. Lunes y domingos tarde cerrado. Cocina abierta de 13.00h a 17.00h y de 19.30 a 00.30h.
Web: Días de Norte
Según Cultibar
Lo han bautizado como Días de Norte y quiere ganarse a los amantes de ese chiquiteo importado que pide a voces esta ciudad. Su alma máter, Carlos Angulo, cántabro de nacimiento y catalán de adopción, ha pretendido dinamizar mediodías y tardes con propuestas sencillas en barra inacabable, cañeo y vineo divertido para acompañar un recetario pensado de conservas, embutidos, mariscos y tostas de primera calidad, a degustar bajo el único atrezzo de un local blanco, un mosaico registrado, el más grande que hizo en vida, del artista catalán Xavier Nogués. Curiosidad nimia para bodegueros, notable para intelectuales de copa en mano.
La propuesta es ésta. Cerveza, vino y vermouth a buen precio (caña, 1,20, vermouth Miró, 2, y vinos de todas las DO’s a partir de 1,90€) -”porque es mejor tomarse un par a gusto, que uno pensando que te tarifan por tiempo”, indica Angulo- y tapeo selecto para comentar. A destacar su oferta marina de boquerones, erizos rellenos, pastel de cabracho, ahumados varios y, sobre todo, de esas anchos añejas (de tres años en salazón) que el chef trae desde Santoña. “Las de L’Escala están bien, pero prueba éstas…”. Catalanes sí, gastrónomos ante todo. Amén.
La carta de surtidos es amplia, las cervezas vuelan, y acaba de llegar un grupo de cuatro que piden cenar. Días de Norte les ofrece, previa invitación a barra, una de sus escasas mesas a la entrada o al final de la barra, y una carta escrita a mano de platos del día. Cambia semanalmente según producto y rememora brisa cantábrica. Es, por ejemplo, foie fresco Martiko (siempre presente en Días de Norte) con reducción de Pedro Ximénez, callos de cordero con morcilla de Burgos o nécora a la plancha, platos de tradición (de 8 a 16€) que Angulo mima y que también están pensados para compartir porque Carlos se amolda. “Incluso los puedo hacer en formato tapa y consumir en barra. La idea es divertirse”. Cuánto debemos aprender del Norte…
La experiencia Cultibar
Batido de sentimientos. Íbamos a visitar en qué se ha convertido un lugar sagrado en Barcelona. En ronda Sant Pau número 5 se había instalado el primer almacén de Moritz, aquel en el que la centenaria empresa empezó a importar cervezas, aquel al que el paso del tiempo no le hizo bien. Digamos que no experimentó el por todos deseado pacto con el diablo. Se convirtió en un bar, en una bodega, pero la erección de la fábrica en Sant Antoni, donde ahora Moritz se gusta, fue olvidando el establecimiento, que languidecía ante el desespero y la nostalgia de la casa madre. Nos dijeron que Carlos y los suyos lo habían recuperado, y queríamos ver su mejora. Actualización de los vestigios de la Barcelona pretérita, vuelta del hijo pródigo.
Conquistamos la barra. Vino y cerveza. Para nuestro asombro y deleite, nos ofrecen una Moritz negra, variedad que elabora Leffe siguiendo el modelo Moritz, y que difícilmente es consumible en otros lugares. Los primeros sorbos allanan el camino, colmando paulatinamente expectativas. La barra alegre llama por conservas, huevas de bacalao y empanadas de sardinillas. Picamos aquí y allá, reímos, charlamos. La cuenta, seguimos de ruta, hoy y siempre. Constatado queda que el hijo ha vuelto. Transformado, maduro, cambiado, pero hijo al fin y al cabo. El buen hacer Moritz no lo ha abandonado.
Todo es mejorable
Han popularizado la hora del vermouth y quieren dinamizarlo con música y actuaciones en directo. Buena propuesta para los mediodías del fin de semana en ambiente relajado, demasiado frío quizá, de decoración sorprendentemente minimalista para su oferta. Para vanguardia decorativa, sobran bares en Barcelona. Otra manera de entender el tapeo.