“Empty your mind. Be formless, shapeless”. Anunciaba un coche el anuncio, pero emanaba tranquilidad, relax. Y son esas las sensaciones que ha conseguido la nueva perla gastronómico-festiva de la Diagonal, un restaurante de alta cocina vasca para sumergirte. “Like water”. Por cierto, Ura es agua en euskera. Ongi etorri.
Dirección: Av. Diagonal, 477 (trasera)
Precio medio: 35€. Menú de mediodía: 15€. Copas: desde 8€.
Imprescindible: Tras la cena, disfrutar del ambiente con un Gimlet Albahaca en la mano.
Horario: Abierto a mediodía y por la noche hasta las 03.00h. Domingos y lunes cerrado.
Teléfono: 93 419 49 24
Web: urabcn.com
Según Cultibar
Restaurante de alta cocina vasca. Joya decorativa que huye de estereotipos para presentar un excelente txuletón de buey y piquillos asados sin griterío ni sidra goteando alrededor. Local de primera copa para bailes discretos. Ura ha roto esteorotipos, y lo ha hecho con elegancia. Aúna lo mejor de la gastronomía euskaldun con la alegría propia de los ingredientes y maneras mediterráneas, todo en un cálido marco de madera envejecida y estética romántica donde también se escucha música. Un sumatorio a priori extraño que en escasos meses se ha consagrado en el ambiente bien de la ciudad.
Sin extrañarnos, este nueva delicatessen gastronómica y festiva de Diagonal no es apta para todo el mundo. No tanto por bolsillo, sino por apariencias y maneras de vestir.
“Nos gusta la gente elegante, pero tampoco somos exageradamente estrictos”.
Lo dice con esa mezcla de humor y chulería propia de vasco el alma mater del local. Con escasos 30 y pocos años, Aritz Iriarte llegó desde su Navarra natal para ganarse la vida de modelo, pero se dejó llevar, like water, para acabar conociendo a Christian Dalmau, también en Ura ahora, en el recordado Opium Cinema. Después, juntos gestionaron el primer año de Opium Mar para enfrascarse acto seguido en el memorable Club Solo. Ahora, este rubio de dos metros que no pasa desapercibido ha conseguido su meta: abrir un local propio, un restaurante vasco de etiqueta y bar de primera copa donde, por cierto, se mueve como pez en el agua, nunca mejor dicho.
Porque el nombre del local tiene sentido. Ura es agua en euskera, y mucho más. Agua, en boca de Iriarte, es armonía, tranquilidad, relax, bienestar por encima de todo. Bienvenidos a este spa gastronómico, pues. La armonía se consigue mediante la diafanidad de un espacio pequeño, de unos 300m2, donde sólo unas cortinas de reservado rompen su densidad. “No privamos la interacción”. Bien entendida, se entiende. Su localización conlleva la tranquilidad, en la parte trasera del edificio del Grupo Godó, accesible sólo por un patio interno apto para mayores. Y el relax, emanado del agua, es inherente a su decoración, obra de la prestigiosa Eva Martínez y repleta de antigüedades y madera envejecida con terciopelos de azul pastel. Los Montes Vascos en formato Premium.
Y hablamos solo del continente, porque el contenido lo aporta el idioma de la palabra. Ura sirve alta cocina vasca alejada de cualquier idea preconcebida de sidrería. En formato menú a mediodía (y por solo 15€) o carta gastronómica cuando cae el sol, su cocina también tiene nombre y apellidos. Haritz Arrilaga, ex chef del estrellado restaurante donostiarra Fagollaga y del Euskal Etxea barcelonés, vino de la mano de su compatriota para crear una sinfonía de platos coherentes con el local.
Con pulcritud en la presentación y manejo del tiempo en el servicio, en Ura lo vasco y lo mediterráneo se dan la mano desde los entrantes, con un recomendable jamón de bellota a cuchillo y pan de vidrio con tomate, un tierno timbal de tortilla de patatas o un excelente y muy demandado micuit de foie macerado en la casa; pasando por las carnes, donde preside el txuletón de buey con patata panadera y piquillos asados o la pluma Ibérica, y por el pescado, con elaboradas propuestas como el tataki de atún rojo con crema de berenjena, cebolla caramelizada y salsa dulce de chile o simples brochetas de rape sencillamente increíbles.
De postre, preludio de una velada más larga, la infusión de fresas con helado de yogurt y piña confitada o la torrija de sorbete de manzana son ideales para encarar la primera copa, servida en el mismo local, tanto en la propia mesa como en alguna de las tres altas del principio donde previamente han disfrutado los más informales. Ya cerca de una barra que a medianoche cobra protagonismo.
Allí, y con música de primera, despacha Gustavo, un cóctelman brasileño que Iriarte se “llevó” de Bacardí y que atiende siempre con una sonrisa en los labios. “Cuidamos el Gintonic y las variedades con Martini”, explica. Muchas y buenas referencias y cada destilado con su copa, siempre generosas. Exclusividad buscada. Exclusividad Ura.
“Empty your mind. Just be water”.
La experiencia Cultibar
Noche plácida en la siempre agradable y aburguesada plaza de Francesc Maciá. Antes de entrar, las sensaciones ya nos avisan del tipo de local al cual estamos acudiendo. Pasillos internos sólo conocidos por la GCU (Gente Como Uno) barcelonesa nos guían rumbo a un océano de exclusividad.
No es necesario entrar para saber que nos encontraremos. La lucha por poder tomarse la copa en tan preciado lugar es inimaginable. No es sinónimo de éxito ir perfectamente vestido o lucir las mejores marcas. Aquí la selección va en función del estilo, de los orígenes de una clientela que “pasa” o “no pasa” por habilidades innatas como andar, hablar o saber atender una llamada de la manera adecuada. Esta selección natural puede parecer frustrante para unos pero, para otros, se convierte en un auténtico paraíso.
Ura es esencial para aquellas noches con grandes expectativas en las que a uno le toca marcar la ruta del grupo. Cuatro acordes improvisados, un Gintonic cuidado al detalle o las miradas de una clientela cómplice colmarán las ilusiones de todos los que confiaron en ti para seguir soñando.
Todo es mejorable
Confiesa Aritz que ha alcanzado un sueño buscado, pero que aún le quedan en la recámara. En Ura ha inventado y ha gustado. Ha cuidado la comida y consolidado el after office con experiencia nocturna. Lleva poco tiempo y debe hacerse un hueco. Promete. Juzguemos más adelante, o esperemos su nueva aventura. Porque, como el agua, Aritz dejará que las ideas fluyan. Eskerrik asko.
Fuí a cenar y esta bastante bien ahora quiero ir a ver como esta para tomar una copas.