Bodega, taberna, bar de vermouth. J. Cala es todo eso y mucho más. Es botas de vino sobre la barra, madera en el suelo para enfatizar el confort, decoración peculiar, horario de picoteo y dimensiones exclusivas para que sientas el calor que emana. Es un pequeño oasis de goce matinal, una bodega desafiante al paso del tiempo que se enorgullece en servir el mejor vermouth y las mejores anchoas de la ciudad. Solo para comprobarlo merece la pena ir y descubrir que la esencia de Poblenou permanece allende su rambla.
Según CultiBar
Cuando la Barcelona moderna y cosmopolita pierda centralidad, la esencia de la ciudad bimilenaria cobra interés. Lo hace mediante su patrimonio e historia pero, también, mediante los usos y costumbres de la gente, los que otorgan personalidad a un lugar. Y es ahí, lejos del centro y de los turistas, lejos incluso de cualquier zona densamente poblada, donde encontramos una taberna que desmontaría la imagen que muchos turistas se llevan de la que fuera ciudad olímpica.
Bodega J. Cala es un bar de vermouth. Recogió a principios de los ‘80 el legado de la bodega que servía vinos y productos a granel desde principios del s. XX para reconvertirlo en un bar familiar. De ello se encargaron Joaquina Cala (de ahí el nombre) y su hijo Juan. Mano a mano, conservaron esencia y aportaron personalidad. El resultado, ya con Johnny -como gusta que le llamen- y su mujer Rosa a los mandos, es una bodega humana, un espacio de barrio donde todo el mundo es bienvenido a departir y demostrar que el vermouth sigue vivo en Barcelona.
La propuesta gastronómica es sencilla; correctamente sencilla. Se centra en el vermouth, “con un toque muy nuestro que no podemos ni debemos desvelar”, apunta Johnny, y las anchos, limpiadas con mimo por la partener del jefe. A partir de aquí (el combinado aperitivo con ambos productos cuesta 3,60€), oferta toda clase de tapa marina (almejas -10€-, berberechos, mejillones, navajas 7,10€-), además de queso y otros embutidos y patatas chip. Lo básico e indispensable para el aperitivo perfecto.
Porque esta bodega respira ambiente de aperitivo por los cuatro costados. Además de una decoración anómala pero muy singular a base de motivos taurinos y colecciones de corbatas, pins o llaveros, tanto fachada como suelo y entarimado son de madera, y el espacio justo para una veintena de comensales de pie. Botas de vino de distinta forma y tamaño desperdigadas por el local sólo dejan espacio vertical para el delirio decorativo semanal del propietario. Además, varios sifones de varios colores correctamente ubicados te dicen cuál es la bebida madre, y el horario acotado del local -sólo abren a mediodía- te indica el por qué.
La experiencia CultiBar
La capacidad de no cambiar es también la de innovar. Cada vez observamos que los locales tienden a realizar pequeñas y grandes modificaciones para deslumbrar al público, incluso adentrándose en la peligrosa filosofía del cambio continuo, la cual los condena a la inevitable pérdida de personalidad. J. Cala no es de esos.
Aquí las apariencias pesan muy poco. La gente se centra en comer e, incluso, en sorprender a los suyos identificándose con los motivos taurinos colgados en las paredes. Un lugar para confesarse, para ser uno mismo en estado puro, para declarar lo que nunca comentarías un sábado noche. Tranquilo, no hay fiebre.
Todo es mejorable
En la propia virtud está el defecto. Acompañar un vermuth y dos barricas de vino con un cartel de La Maestranza parece correcto, pero con una foto de un jugador del Español (amigo de los propietarios) o unos guantes de boxeo no parece idóneo. Pero así es Johnny y familia. Genio y figura hasta la sepultura.
Bodega J. Cala
Horario: de lunes a viernes de 09.30 a 16.00h. Sábados y festivos, de 10.00 a 16.00h.
Pere IV, 460
Hola soy juanjo un cliente de Reus que vengo una vez ala semana por trabajo a Barcelona y es un lugar que recomiendo ,entras como un cliente y marchas como un amigo besos a JONY Y ROSA por hacerme sentir siempre tambien . Recomiendo a todos .